GUADALAJARA MUSULMANA
Corría el año 1075. La ciudad de Al-Faray (Madinat-al-Faray) estaba habitada por árabes, especialmente militares que custodiaban el territorio de los avances cristianos, es por eso, que yo topé en más de una ocasión con pequeños destacamentos a lo largo del río Henares. El agua de este río es excelente y de gran aprovechamiento para sus moradores, lastima que sea yo un caminante de
Aragón.
Se encuentran allí una gran cantidad de árboles, bajo los cuales más de un sueño me habré echado. Repartidos por su territorio se encuentran numerosos castillos y aldeas, como por ejemplo el castillo de Madrid. Otro de estos castillos es el de Castejón sobre el Henares. Otro es el llamado Atienza, el más poderoso de todo el distrito. Cuando los musulmanes conquistaron España, hicieron de este castillo una atalaya contra los cristianos de más allá de la frontera, para protegerse de sus ataques.
Pero, por si no fuera poco, también tuve que esquivar como una rata hambrienta las frecuentes incursiones de los ejércitos castellanos, que nunca persiguieron una conquista definitiva, sino que buscaban solamente la algarada, el pillaje, el desgate y la desmoralización del enemigo y yo un pobre infeliz en medio de todo, intentado salvar el pellejo, pero como me puede lo de ser un comerciante aragonés, trapicheo con unos y otros.
Si mal no lo recuerdo, mucha gente sentía miedo de los ataques cristianos, incluso, había gente que huía o simplemente se volvía loca. Yo tenia unos cuantos compañeros mercaderes que aprovechaban esta situación, para vender sus productos a un precio más elevado. Yo no podía creer lo que ellos hacían, incluso alguno de ellos vendían productos falsos, pero la gente seguía comprando solo para seguir el día a día, esperando un milagro. Yo me conformo con vender mis productos a un precio razonable, claro está, a un precio en que yo reciba algún beneficio.
Cada vez que recuerdo este día, me dan ganas de llorar, era un día muy soleado, el cielo despejado como una plaza a media noche y yo intentando vender en el centro, pero, me empece a dar cuenta de que la gente se juntaba en una zona, interesado en ello, me acerqué. Era un niño, un niño con apariencia de huérfano, con cara de estar completamente solo, la gente empezaba a gritar debido a que tenía un tenedor apuntado a un hombre y él estaba amenazando con matarlo, pero, por mala suerte, al hombre se le cayó la bolsa de las monedas al suelo y la gente se lanzó como una avalancha sobre el niño y el hombre. El hombre consiguió salir de ahí, pero el niño se quedó atrapado en la multitud. Sin dudar un segundo, me lancé a sacarle de ese horroroso lugar. Después de sacarle de ahí, me empezó a contar su historia, decía que solo quería una o 2 monedas, que solo quería comer un trozo de pan. Me cayó una lagrima, entonces le pedí que se viniera conmigo, aunque sabiendo que la cosa estaba realmente mal, me lo llevé. Estuvimos 2 años juntos, pero el niño con cada día que pasaba, perdía fuerzas, hasta el día en que por mala suerte, murió.
 

LA CONQUISTA CRISTIANA
/guadalajara_medieval.jpgEn la noche de San Juan después de cenar gachas, que a mí me encantan y me comí dos platos, salí a jugar con mis amigos a la calle.

Siempre quedamos en un árbol que esta partido por la mitad. Le cayó un rayo y se partió.

Estábamos jugando al escondite, yo estaba escondido detrás de un árbol cuando empecé a escuchar relinchar a un caballo y a mí me encantan los caballos, son mi animal favorito. Cada vez que veo uno me quedo mirándolo lo más cerca que puedo y a veces, si el dueño me deja, los toco. Son muy suaves, me gustan mucho.
Al escuchar el caballo salí rápidamente de mi escondite. A los pocos segundos vi pasar por la puerta de La Feria un caballo blanco con alforjas y a un mendigo llevándolo sujeto con una cuerda. El mendigo llevaba una cicatriz en la cara que le cruzaba toda la mejilla derecha. Me llamó mucho la atención, esa cicatriz tenía algo que me atraía. Le seguí para saber donde iba, cruzó por la cuidad y llego hasta La Puerta del Monte por donde salió.

Como aun sentía curiosidad por saber quién era, me asome por la puerta para ver hacia donde iba. A unos cuantos pies de la puerta había más hombres vestidos parecido a él, se paró a hablar con ellos, supongo que serian amigos, luego se fueron todos juntos por un camino que había.

Después de ver a esos mendigos fui donde estaba con mis amigos jugando. Cuando llegue me estaban buscando todos y me dijeron que dónde estaba, que a la próxima no jugaba por haberme ido. Yo les dije que vi a un mendigo con una cicatriz muy grande en la cara, les conté todo lo que vi, pero les dije que no se lo contaran a nadie, que era nuestro secreto.

Después de dos días vi al mismo mendigo y al mismo caballo entrar por la misma puerta. Les volví a seguir. Fueron al mercado a comprar mantas. Me pregunté que para qué querría un mendigo tantas mantas... Luego salió por la misma puerta por la que había entrado.
Justo era el cambio de turno de los vigilantes de la muralla, siempre se quedan arriba hablando un rato, entonces aproveché y subí sin que me vieran para ver hacia donde iba ese mendigo de la cicatriz. Cuando llegue arriba, me asomé para ver si podía ver al mendigo y efectivamente, lo vi, y además a muchos mendigos más.

Les vi que estaban acampando, estaban preparando campañas, supongo que irían a dormir allí pero no se para qué, había muchas y me estaba asustando un poco.

Después de ver esa situación me fui corriendo con mis amigos a jugar. De repente me tropecé con una rama y me caí, me hice una herida en la rodilla, me dolía un poco, pero me aguante y seguí andando para ir a jugar.

Cuando llegue a mi casa para cenar mi madre me curó la herida de la rodilla, ya no me dolía pero se había puesto muy roja. Cuando terminamos de cenar le dije a mi hermana mayor que quería hablar con ella, la conté que vi a un mendigo con una cicatriz enorme entrar por la puerta de La Feria hace dos días y que hoy había visto a muchos mendigos incluido el de la cicatriz acampando fuera de las murallas. Ella puso cara de sorpresa y a la vez de miedo. Se fue rápidamente pero no le di mucha importancia, y me fui corriendo a esperar a mis amigos para ir a jugar.

Unos cuantos días después llegaron muchísimos caballeros juntos, bien armados. Empezaron a luchar contra los soldados musulmanes que vivían aquí y a quemar algunas de las casas. Fui rápidamente a mi casa a preguntarles a mis padres qué pasaba, y me lo explicaron todo. Los cristianos de Castilla estaban conquistando Guadalajara.

Durante muchos días lucharon unos contra otros. Una vez vi como le clavaron la espada a un soldado musulmán en la barriga. Fue horrible, era el padre de un amigo mío.

Después de la batalla, cuando ya habían conquistado la ciudad, un día, al salir de mi casa, vi a un caballero montando a su caballo. Se paró, se bajó de su caballo y se quitó el casco. Ese hombre me sonaba, pero no sé de qué. Entonces se acerco a mí para hablar conmigo y le vi su cicatriz en la cara. Él era el mendigo que vi entrar por la puerta de La Feria.
 

GUADALAJARA CRISTIANA/Torreón-Alvar-Fáñez.jpg
Maese Pedro, ya sabes que soy un viajero catalán que me gusta visitar las ciudades de nuestra España querida. Esta vez me toca la ciudad de Guadalajara, pero para entender mejor mi visita tengo que conocer mejor su historia.
La ciudad de Guadalajara fue fundada por los árabes, en algún momento de la segunda mitad del siglo VIII o de la primera mitad del siglo IX. Fue, en principio, una fortaleza en la frontera, emplazada entre el mundo árabe y el mundo cristiano, llamada "Wad-al-Hayara", es decir, "valle de los castillos" o "valle de las piedras". En sus cercanías había existido un emplazamiento romano, cuyo nombre, Arriaca, puede tener el mismo significado.
La historia de Guadalajara durante la dominación islámica es poco conocida según me han comentado sus propios habitantes. Proceden de aquella época el puente sobre el río Henares y, en parte, el edificio del Alcázar, en el camino que sube desde el río hasta el casco viejo de la población. Según parece, la ciudad alcanzó cierto esplendor en el siglo X, en todo caso limitado por su situación en un territorio que casi siempre estuvo en pie de guerra.
En 1085, Guadalajara fue conquistada por el rey castellano Alfonso VI. Las crónicas atribuyen la hazaña a uno de los compañeros del Cid, Alvar Fáñez de Minaya. Según cuentan, el 6 de mayo de 1085, el rey de Toledo Yahya al-Qadir pacta la rendición de la ciudad de Toledo con Alfonso VI, a cambio de que éste le ayude a conseguir el reino de Valencia. Alfonso VI ocupa Toledo el 26 de mayo. En fechas y circunstancias que se desconocen se apodera también de otras poblaciones del reino de Toledo, Guadalajara entre ellas. La tradición atribuye la conquista de Guadalajara a Alvar Fáñez, pero es probable que la ciudad se entregara sin lucha, en cumplimiento del pacto acordado por Alfonso VI y al-Qadir.
En mi visita por la ciudad he entrado por un torreón al que llaman “Torreón de Alvar Fáñez o del Cristo de la Feria", torre de la muralla de la ciudad de Guadalajara, parte de la que era la puerta de la Feria, que recibe el nombre de Alvar Fáñez porque, según la leyenda, fue por esta puerta por la que entró este a conquistar la ciudad.
Desde 1085 se produjo la retirada definitiva de los ejércitos musulmanes, por lo que la historia de la ciudad refleja el curso de las guerras contra los almorávides. La nueva población cristiana logra asentarse definitivamente en las tierras de esta hermosa ciudad de pastos, según confirma el fuero concedido por el rey Alfonso VII en 1133 a la ciudad de Guadalajara.
Tengo que mostrar mi gratitud a los habitantes por su gran amabilidad y cordialidad, pues han hecho posible que mi visita turística por esta gran ciudad haya sido muy agradable y tengo la enorme confianza de que volveré!!!.
Maese Pedro, prosigo mi camino por estas tierras de nuestra España, no sé donde me parara mi próximo destino, pero pronto tendrá noticias de este orgulloso viajero catalán.